La publicación de Grupo PUNTO MICE para el sector asociativo

EDUARDO CHAÍLLO – Director para Latinoamérica de Maritz Global Events

”Hay que ser creativos y abrir los horizontes a nuevos actores y sectores que a lo mejor no tienen nada que ver con la temática del congreso.”

EDUARDO CHAÍLLO Director para Latinoamérica de Maritz Global Events

¿Qué servicios ofrece Maritz a sus clientes?

Somos una empresa que está en el mundo de las experiencias, del diseño de soluciones para las corporaciones y las asociaciones; en un modo bastante integral, con mucha base en las ciencias del comportamiento. Contamos con la capacidad técnica para producir desde incentivos para 20 personas de alto nivel hasta exposiciones que aglutinen hasta 70.000 personas, como por ejemplo las que organizamos en Estados Unidos.

Maritz Global Events tiene sede en San Luis (Estados Unidos) y cuenta con más de 1.500 colaboradores. Trabajamos con aliados en diferentes países, siempre ofreciendo la misma calidad y eficiencia en cuanto a soluciones que si lo hiciéramos nosotros directamente en Estados Unidos.

¿Cómo ve a las sociedades latinoamericanas con respecto a sus congresos? ¿Han evolucionado en sus formatos?

Las asociaciones se están adaptando a las tendencias internacionales. Además, están escuchando a los más jóvenes, algo especialmente interesante, ya que hay una gran falta de conexión entre generaciones que ha afectado negativamente a nuestra industria. Tenemos que contar con traductores del lenguaje de negocios entre los jóvenes y los veteranos, facilitar que se entiendan mejor, que hablen más entre ellos, que se cambien formatos, que sea todo más dinámico, que se use más la tecnología… Las asociaciones tienen que incorporar estas visiones a sus equipos directivos y de toma de decisiones. En definitiva, uno de los grandes roles de la industria de reuniones es ofrecer una plataforma a través de la que se hablen diferentes generaciones, ideologías, culturas…

¿Detecta nuevas tendencias para los próximos años?

Después de la pandemia, la industria se humanizó y entendimos que teníamos que preocuparnos por los asistentes de una manera más integral, saliendo un poco de la logística y la transacción para ir más hacia la experiencia que genera bienestar.

Por supuesto hay otras tendencias, pero no podemos dejar que la inteligencia artificial, por ejemplo, sustituya a la parte humana. Tiene que ayudarnos, pero hay que complementarla con la inteligencia humana y emocional. Si no conseguimos esa fórmula completa, la IA no va a hacer nuestro trabajo, porque afortunadamente nuestra industria es una industria de personas.

¿Qué opina sobre los formatos híbridos?

Siempre han existido, se fortalecieron con la pandemia y llegaron para quedarse. Tenemos que manejarlos y entenderlos como un complemento que no sustituye a nada. Debemos tener las capacidades digitales –con su correspondiente financiación– para que si un ponente quiere hacer una presentación virtual o recurrir a un holograma pueda hacerlo. Hay que permitir que la gente que no puede asistir a un encuentro, pueda conectarse de alguna manera.

Además, así se fomenta también el efecto FOMO (fear of missing out), porque si se asiste a un congreso de forma digital, seguramente se puedan despertar las ganas de estar ahí y asistir en la próxima ocasión.

¿Cuál es su visión sobre la creciente dificultad para conseguir patrocinios para los congresos?

Como todo se ha democratizado y diversificado, ahora, en lugar de apoyar a un solo evento, hay que apoyar a diez. Si antes había un congreso de un tema médico, hoy con las especialidades ese mismo congreso se ha dividido en 20, así que cada uno de ellos tiene que buscar sus propios patrocinios.

Además, el congreso es solo un paso en la relación entre las empresas y los profesionales, por lo que también se están haciendo alianzas estratégicas anuales, generales… y el congreso se vuelve solo un touch point.

Creo que ha disminuido la inversión por empresa y/o por tipo de empresa, pero se han diversificado mucho las fuentes de los recursos. Hay que ser creativos y abrir los horizontes a nuevos actores, porque otros sectores que a lo mejor no tienen nada que ver con la temática del congreso, también pueden colaborar, aunque sea de forma distinta a la que estamos acostumbrados.

¿Se ha convertido en un reto lograr que la asistencia se mantenga y se renueve?

Aquí cobra mucha importancia el diseño de eventos, para que valga la pena hacer un viaje y asistir a un congreso. El contenido se puede conseguir online y los asistentes ya no asisten para educarse, sino para vivir una experiencia completa, interactuar, ver los avances, tocar nuevos inventos, estrechar lazos y cerrar tratos… Todas esas cosas que sí requieren una presencia física y un contacto humano.

¿Se entiende bien lo que aporta esta industria?

En mi opinión hemos tenido un problema de comunicación. Por un lado, no hemos podido explicar muy bien fuera de los límites de nuestra industria a qué nos dedicamos y por qué es tan relevante para la sociedad. Nos hace todavía mucha falta esa comunicación asertiva de por qué esta industria es relevante para las comunidades, las sociedades… para todos.

Y, por otro lado, la situación sociopolítica de Latinoamérica no ayuda, porque no hay continuidad y cuando un gobierno consigue entender la importancia de la industria, se va y viene otro contrario que va a tirar por la borda todo lo que hizo el anterior. Por tanto, no hay posibilidad de sostener una política de promoción constante.

De hecho, a veces hasta la imagen corporativa o las marcas de destino cambian, porque los políticos no entienden que con eso no se debe jugar, que no es un tema de campaña política, sino de país y de sostenibilidad de las comunidades. Si no se tiene respeto a lo que han venido construyendo en el tiempo los anteriores actores –ya sean públicos o privados–, se puede perder mucho, porque esta es una industria en la que se trabaja a largo plazo, donde los congresos se pueden ganar a cinco o seis años vista.

Además, no hemos sabido “desturistizar” la industria. Nos hemos quedado en el beneficio turístico y solo se apoya a las instituciones turísticas, cuando la nuestra también tiene una repercusión importante en el desarrollo económico, educativo… Tendríamos que tener a ministerios de economía, educación, salud involucrados en esta materia y no solo las entidades vinculadas al turismo.

Estos son los principales retos que tenemos actualmente en Latinoamérica, que se suman a los comunes a todo el mundo: la atracción del talento, la adaptación a la tecnología, el cambio climático…

Linkedin EDUARDO CHAÍLLO

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